viernes, 9 de septiembre de 2011

Vicentico "Sin parar de reir con Ninel" Capítulo XIV.

Mientras que el Feroz Gordolobo intentaba devorarse a la dulce viejecita a las afueras de la casa del gnomo, éste se comportaba como todo un fiel perrito faldero, pues la viejecita le lanzaba cosas para que el se las devolviera. Realmente los dos no sabían lo que pasaría después.


La fiesta había sido todo un éxito. Diana y el Caballero de armadura metálica nunca se imaginaron que sería tan desbordante comenzar la espera del mentado gnomo. Tampoco podían imaginar que en tres días de los que estuvieron allí ocupando la casa. Vicentico tomó sus previsiones, pensó que no podría estar cargando con el arco por todos lados del sembradio o de los lugares a donde él fuera. Y lo guardo dentro de una caja de madera que enterró a los pies de un gran roble cercano al sembradio.







Vicentico que atravesaba valles y montañas de todo cuentolandia no contó que se le acabara la gasolina de la motocross, así que por lo cual llegó caminado aún sin imaginar lo que pasaba en su casa empezó a ver borrachos que balbuceaban de alegría. Siguió caminando hasta el quicio de la puerta donde veía como se retorcía un Caballero de armadura metálica, que no podía contener la risa al igual que otros tantos que se encontraban dentro de la casa. Confundido y aturdido de tanta risa no sabía que hacer. La calma de su habitual sembradio estaba fuera de control.









A señas logró identificar quién era la que provocaba tanta alegría entre los personajes.







Los ojos del gnomo fueron directo al punto de atención. Era Ninel Conde, la que provocaba tanta algarabía, ella, era la reina de los chistes y estaba a punto de establecer un nuevo record por hacer reír a tanta gente en tan pocas palabras sólo bastaba con decir su nombre.




El amable gnomo no podía al igual que todos dejar de prestar atención a la tan chi-chistosa personalidad de Ninel. Después de un rato, el gnomo y Ninel salieron de la casa, al ver que ella era la única que hablaba y no se reía como todos los demás, podría quizá explicarle qué era lo que sucedía. Ninel tampoco supo el porqué del alboroto. Lo que si sabía es que no podía estar cerca de un gnomo que oliera tanto a cebolla. Ella tan solo quería estar de regreso en su país de origen llamado Telerisa. Por un error de los que a ella se le daban tan frecuentemente, Ninel se perdió y fue como llego a Cuentolandia y de allí a la casa del gnomo.





Ninel se dispuso de aventurera mirando al horizonte. Y Vicentico regresaba a su casa con sus adorables cebollas.

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