viernes, 23 de diciembre de 2011

Vicentico "Como nunca lo imaginó." Capítulo XIX.

Con el pasar de los días, Vicentico empezó con un sentimiento muy especial por quien nunca jamás se hubiera imaginado. El gnomo veía a Diana cuidar de la tierra, sentía que el amor por la cebollas lo podía compartir con alguien y con ojos de cariño se fue enamorando de la Cazadora.



Un día, de corta jornada el gnomo cantaba y caminaba como pluma que se deja llevar por el viento, todo al rededor de Diana, traía un pequeño ramo de cebollas de cambray escondido detrás de él.



La actitud del gnomo puso de manera extraña a la Cazadora que se reía levemente levantando las cejas y los hombros, mirando al gnomo bailar sobre la yerba que quedaba a las orillas del sembradio.



Súbitamente, Vicentico tomó por la cintura a Diana y la estrecho fuertemente hacía él, como si fuera un costalito de cebollas de las que se acostumbraba a carcar en el hombro. Diana se quedo perpleja, pero más que nada sintió el concentrado olor a cebolla del gnomo que le hacía hacer caras y gestos de nauseas a punto del vomito.








Sin poder decir nada y a falta de fuerzas para poder echar un grito, Diana casi se desmalla del fuerte apretón. Era la hora en la que necesitaba al Caballero de armadura metálica, que en ese momento era bueno para nada, pues no lo veía por allí cerquita.





Vicentico saco todo lo que su encebollado corazón sentia por Diana,


pero ella no pudo ser descortés y sólo le pidió que le bajara y la dejara de abrazar. Con las pocas fuerzas que le quedaron a la Cazadora ella le pidió el arco y que cumpliera la promesa del cual era por lo que estaba ella allí.




Todo eso transcurría en el sembradio, mientras que a muchos kilómetros de allí el Caballero estaba ya en busca de la bella joven que conoció en la gran fiesta. Seria mucha la suerte de este personaje que también Rapunzel soñaba con volver a mirar aquel Caballero de armadura metálica, tan apuesto y galán con quien se paso días baile y baile. Este decidió dejar a Diana con el gnomo pues ya había notado cierta cercanía con la audaz Cazadora. Pensó que en una vuelta por los bosques cercanos estaría de regreso a más tardar al anochecer. Pero de esto Diana no se lo imagino.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Vicentico "No aguanto más" Capítulo XVIII.








Diana y el Gnomo se saludaron de mano, empezaron por la casa quitando la yerba de todo el rededor que había crecido desmedidamente. El Caballero de armadura tomó una pala y se fue al campo dejando a la cazadora con Vicentico que le daba las instrucciones de como hacer para arrancar la yerba.






El día transcurría y poco a poco el sol era un verdugo que castigaba dejándose sentir en pleno cuentolandia. Lo peor, era estar cerca de Vicentico, pues el aroma era un segundo verdugo. El sudor y el aliento a pleno rayo de sol a eso del medio día, eran para cualquier ser vivo como un campo de concentración nazi.
Los mareos empezaron a reblandecer a Diana que sentía que se desmayaba, pero el entusiasmo por ver restablecido el sembradio para finalmente recuperar su arco eran lo que la mantenían viva.



Aquí era cuando Diana extrañaba a su amigo Givenchy.


El remedio infalible podía ser que terminando la jornada el gnomo fuera a darse un buen baño y una gargaras de Astringosol.
Por su parte, al Caballero no le iba de igual forma tan bien. Su traje era un baño sauna, aunque había evitado el aroma del gnomo, él estaba que se derretía dentro de su armadura metálica. Recordaba la vez que en la fiesta conoció a Rapunzel y sabía que estaba cerca de por allí para poder uno de esos días ir junto ella.
Para Vicentico era un día de los acostumbrados bajo el rayo del sol sobre el sembradio de sus adorables cebollas. Él estaba entero, como si nada, mientras que el par de sus compañeros pedían un vaso grande de felicidad y poder disfrutarlo a la sombra de un buen árbol. Vicentico jamás imagino que alguien más compartiera un afecto por las cebollas o por el campo.


Quizá eso era lo que él se imaginaba, pero en realidad los dos personajes no estaban acostumbrados para semejantes tareas. Al final del día mientras Vicentico aún permanecia en el sembradio los dos personajes ya habían salido corriendo sin querer saber nada que tuviera que ver con cebollas, de gnomos, ni de palas y picos.



sábado, 12 de noviembre de 2011

Vicentico "Manos a la obra" Capítulo XVII.

A la mañana siguiente desde muy temprano Diana y el Caballero fueron a paso firme en marcha al sembradio del gnomo Vicentico. La alegría y el optimismo por la nueva experiencia era muy notoria para ambos personajes, ninguno antes había hecho labor de cultivo.






El propósito era restablecer el campo y recuperar el arco, así como se había hecho el trato allá cerca del arroyo.



Diana estaba entusiasmada con cultivar cebollas, pues ella era una gran amante de la tierra y la naturaleza. Mientras tanto el Caballero seguía estando de metiche como persona neutral pero ayudando siempre a la cazadora por cualquier imprevisto. Sin duda también participaría en el restablecimiento del sembradio y la limpieza de la casa del gnomo. Pues si bien la casa sirvió para realizar un gran pachangón en toda la historia de cuentolandia.







Con los cantos de las aves, el nuevo día pintaba muy bien para comenzar a poner manos a la obra. Vicentico suspiraba la fresca mañana desde lo alto de la colina sujetando su azada favorita, podía ver todo a su alrededor. La sonrisa era preludio de que el campo recuperaría su esplendor para seguir cosechando cebollas y que todo volviera a la normalidad. Con la tregua de paz entre la Cazadora y él.





Para el gnomo no existía amor más grande que el de sus cebollas, el cariño y esmero por recuperar el campo era la máxima alegría de Vicentico sin duda.



Vio llegar al par de personajes y les dio la bienvenida muy educado como de costumbre y estaba dispuesto a darles las instrucciones para comenzar a trabajar el campo.



Lo que vendría en los siguientes días seria trabajo y diversión.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Vicentico "Trato hecho" Capítulo XVI

Vicentico terminó sacando al último borracho y aprovecho para ir al arroyo a beber un poco. Antes de poder estar lo suficiente cerca para beber, escucho a lo lejos entre los arbustos a alguien que cantaba como si estuviera bajo la regadera. Con un poco de calma después de beber un gran trago para saciar la sed, su curiosidad hizo acercarse para ver que era.








Los arbustos se movían como si estuviera algún animal herido escondiéndose para no ser atrapado.




Los cantos o quejidos habían cesado solo eran ya movimientos inquietos atrás de un pequeño arbusto de zarzamora.




La intriga del gnomo lo hizo acercarse cada vez más hasta que vio salir a una mujer semi desnuda de entre el pequeño arbusto. Ella pego un enorme grito después de ver allí parado a un extraño y chistoso personaje que la miraba rascándose su escasa barba, con el ombligo de fuera y un atuendo algo raro como de algún ayudante de Santa Claus o de algún circo.






De inmediato y más rápido que un caballo de cuarto de milla, el Caballero de armadura metálica fue corriendo al lado de la Cazadora. No había obstáculo que impidiera por grande que fuera llegar hasta donde se encontraba Diana. Árboles, casas y montañas no se interponían en el camino del Caballero de armadura.











Vicentico fue atropellado por el Caballero de armadura metálica.




En un principio pensó que había sido un camión de los que transportan jitomates y los choferes se dan a la fuga. Pero pudo ver bien y vio a quien lo tenía en la lona. La confusión se presto por unos minutos. Vicentico estaba callado, vio a los dos personajes juntarse, mientras sacudía el polvo de su traje. Sin duda quería un respuesta a sus dudas.


Fue entonces que escucho hablar al Caballero, preguntándole a la mujer de detrás del arbusto si se encontraba bien. Ella contesto que si, pero quería saber porqué estaba allí ese personaje.




La maldad cuestionaba en silencio a los dos individuos, pues nadie había estado antes tan cerca del sembradio del gnomo, la calma y la prudencia pudo controlar a Vicentico, que también estaba a punto de gritar. De fondo en su cabeza del gnomo retumbaba la canción "Back in Black" del grupo AC-DC

Su instinto le decía que la persona semidesnuda era la que una vez paso corriendo sobre el sembradio de cebollas y que era la dueña del dichosos arco. El Caballero tomo la iniciativa para hablar y presentar a cada uno. Mientras Vicentico se desempolvaba y Diana se vestía el Caballero presento a cada uno.




Después de el protocolo de la presentación vino la prehistoria y el recuerdo; motivo por el cual estaban juntos el gnomo y la cazadora.


Siendo Testigo y quedando como intermediario, el Caballero de armadura metálica, fue quien vio el trato hecho por Diana, para reconstruir el sembradio de cebollas y a su vez que Vicentico devolviera el arco dorado a su dueña. Se dieron un fuerte apretón de manos quedaron felices y contentos bailando cerca del arroyo todo listo para poner las manos a la obra.

martes, 27 de septiembre de 2011

Vicentico "Para comerte mejor" Capítulo XV.

La paciencia del Gordolobo Feroz llego a su límite, después de adelgazar unos cuantos kilos se decidió por fin atacar a la indefensa viejecita quien se encontraba un poco distraida buscando su canastita de manzanas.








Tomando fuerzas de lo poco que le quedaba, el Gordolobo se le lanzó por encima de la viejecita, dejándola espalas al piso.








La sorpresa fue absoluta para la viejecita que rodaba entre garras, dientes y un par de ojos desorbitados por el ansia de devorarla.
















Sin más que unos gruñidos del Gordolobo Feroz, la dulce viejecita se atrevió a preguntar: ¿Lobito, por qué tienes esos ojos tan grandotes? y él le contestó: ¡Para verte mejor!








Los deseos del Gordolobo por encajar los colmillos en la arrugada piel comenzaron por tomar una transformación extraña en la dulce viejecita, pues ella se estremecía como si fueran caricias rudas que le gustara recibir.
Aun así, se atrevía más y más a segurir preguntándole al Gordolobo por todo cuanto ella veía. Era tan susceptible la pobre viejecita al feroz ataque que le hacían retorcerse entre los fuertes y notables músculos del Gordolobo. El tan solo ruido del vestido desgarrandose, excitaba por demás a la viejecita que no ponía resistencia a los rudos tratos, pues bien le parecían caricias de un principiante por cuantos mordiscos y rasguños recibía.









El efecto de la transformación fue fulminante cuando los colmillos del Gordolobo llegaron a la yugular.

De esta manera, fue como salio del hechizo en el que se encontraba la Reina de Sadolandia, quien por más de ciento ochenta años vago por el mágico mundo de Cuentolandia, vendiendo manzanas, causando solo lastimas. El Hechizo fue concedido por un duelo de poderes entre hechiceras.






Después de regresar casi, casi, a la vida, la Reina soltó una enorme carcajada de alegría. Sentía haber resucitado del más allá. Pensó que jamás saldría del maléfico hechizo del cual estaba poseída. Sus botas, sus medias de red y todo su atuendo estaba listo para usarlo de nuevo. Se quito de encima al Gordolobo y de un sólo salto se puso de pie agitando su fuete, acariciando los cierres de su mascara de látex, volvió hacerle las mismas preguntas a su salvador.









¿Lobito, por qué tienes esas uñas tan largas? ¡Anda lobito, contestame! ¡Dime!




¿Por qué tienes esos dientes tan grandotes?




Pero el Gordolobo Feroz quedo en Shock, sólo paseaban por encima de su cabeza pájaritos cantando. Exausto y cansado se dío por vencido al último intento de poderse comer a la que parecia tan indefenza y no contesto ninguna pregunta más. Solo así se desplomo hacia atrás cayendo sobre el verde pasto de los alrededores del sembradio del gnomo Vicentico.




La reina de Sadolandia saltaba de felicidad, pues anelaba las noches sin final, escuchando su fuete con los azotes y el dulce sabor de las mordazas que hacian las noches eternas de cielos estrellados con o sin luna.




Al lobito, le agradecio con muchos becitos y le prometio un enorme saco de huesos con carroña. Después de eso, se fue saltando en busca del Marqués de Sade, hacía su reino de donde un día salio convertida en una viejecita chilapastroza.
El gnomo mientras tanto, llenaba su carretilla sacando borrachos de su casa aunque pareciera no terminar. Pero alguién tendría que darle una buena explicación.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Vicentico "Sin parar de reir con Ninel" Capítulo XIV.

Mientras que el Feroz Gordolobo intentaba devorarse a la dulce viejecita a las afueras de la casa del gnomo, éste se comportaba como todo un fiel perrito faldero, pues la viejecita le lanzaba cosas para que el se las devolviera. Realmente los dos no sabían lo que pasaría después.


La fiesta había sido todo un éxito. Diana y el Caballero de armadura metálica nunca se imaginaron que sería tan desbordante comenzar la espera del mentado gnomo. Tampoco podían imaginar que en tres días de los que estuvieron allí ocupando la casa. Vicentico tomó sus previsiones, pensó que no podría estar cargando con el arco por todos lados del sembradio o de los lugares a donde él fuera. Y lo guardo dentro de una caja de madera que enterró a los pies de un gran roble cercano al sembradio.







Vicentico que atravesaba valles y montañas de todo cuentolandia no contó que se le acabara la gasolina de la motocross, así que por lo cual llegó caminado aún sin imaginar lo que pasaba en su casa empezó a ver borrachos que balbuceaban de alegría. Siguió caminando hasta el quicio de la puerta donde veía como se retorcía un Caballero de armadura metálica, que no podía contener la risa al igual que otros tantos que se encontraban dentro de la casa. Confundido y aturdido de tanta risa no sabía que hacer. La calma de su habitual sembradio estaba fuera de control.









A señas logró identificar quién era la que provocaba tanta alegría entre los personajes.







Los ojos del gnomo fueron directo al punto de atención. Era Ninel Conde, la que provocaba tanta algarabía, ella, era la reina de los chistes y estaba a punto de establecer un nuevo record por hacer reír a tanta gente en tan pocas palabras sólo bastaba con decir su nombre.




El amable gnomo no podía al igual que todos dejar de prestar atención a la tan chi-chistosa personalidad de Ninel. Después de un rato, el gnomo y Ninel salieron de la casa, al ver que ella era la única que hablaba y no se reía como todos los demás, podría quizá explicarle qué era lo que sucedía. Ninel tampoco supo el porqué del alboroto. Lo que si sabía es que no podía estar cerca de un gnomo que oliera tanto a cebolla. Ella tan solo quería estar de regreso en su país de origen llamado Telerisa. Por un error de los que a ella se le daban tan frecuentemente, Ninel se perdió y fue como llego a Cuentolandia y de allí a la casa del gnomo.





Ninel se dispuso de aventurera mirando al horizonte. Y Vicentico regresaba a su casa con sus adorables cebollas.

lunes, 29 de agosto de 2011

Vicentico "Una vendedora de manzanas" Capítulo XIII.

Mientras la fiesta continuaba, se colaban personajes que entraban y salían y no podían faltar los vendedores ambulantes, que con su pregonar se abrían paso entre la gente de la fiesta.





Woodstock o Lollapalooza eran lo semejante a tan desbordada fiesta.





Al gordolobo feroz la cruda realidad ya lo tenía con dolor de cabeza y mucha hambre y opto por ir a husmear en los rincones de la casa del gnomo, pero no encontró más que puras cebollas. El intento de merendarce a la cazadora fue totalmente un fracaso.





Había vendedores de todo tipo, con sus carritos y otros que se tendian en el piso, vendiendo el llavero, la taza, el poster, la camiseta, la calcomanía, la gorra, la chamarra, la pulsera, los vasos y hasta el termo para la oficina.





El gordolobo feroz se acerco a un par de niños pretendiendo comérselos. Los niños eran un par de regordetes y jugosos gemelos que venían de un país llamado las "MARAVILLAS" estos niños vieron las negras intenciones en los enormes y profundos ojos del feroz gordolobo. Entre el acá y el allá el gordolobo abrió sus fauces para deborace al par de niñitos regordetes que venía persiguiendo desde ya unas cuantas horas. Los niños en sus bolsillos traían unos dulces en forma de goma de mascar.





Cuando sintieron cerca los enormes dientes, sacaron los chiclets motita y se los arrojaron dentro del enorme hocico del gordolobo feroz. Esto sirvió para que los niños salieran corriendo lejos del peligro. La sustancía alucinante dejó fuera de combate y muy psicodelico al feroz gordolobo que cantaba "Buffalo soldier" de Bob Marley con muy buen ritmo jamaiquino. Con el hocico babeante y atiborrado de chiclets motita el gordolobo fue a parar casi a las afueras de la fiesta. Cuando después de muchas horas pudo salir del pscodelico viaje en lo único que él pensaba era comida. Fue así como a lo lejos escucho la voz de una dulce viejecita que vendía manzanas, viendo que se acercaba más y más el gordolobo corrio como pudo moviendo la cola como perro fiel y con una mirada conmovedora a las faldas de la dulce viejecita. Obviamente el gordolobo tenía las mejores intenciones de comerse a la viejecita, un poco de carroña no le caería mal, pues pensaba que sería algo que no implicaría mucho esfuerzo para el feroz y hambriento carnívoro.






viernes, 19 de agosto de 2011

Vicentico "Y la banda toca Rock" Capítulo XII.









La fiesta era ya todo un festival, personajes de toda cuentolandia estaban dentro de la fiesta. No falto quien en un ratito improvisara para tocar al estilo unplugged. Ahí, se encontraba un par de integrantes del grupo Café Tacvba, a estos les encantaba el fandango, pues la banda tocaba rock.






Un colado que no podía faltar era el gordolobo feroz, que se puso a bailar con Diana. Este viejo lobo se pensaba merendar a la cazadora, trataba de cansarla y marearla para su propósito pero el obeso personaje no le aguanto el paso a la diestra cazadora que obviamente ya sabía de las mañas del gordolobo feroz. Diana brindaba con gran alegría, pero el hambriento carnívoro seguía y seguía intentando, así si después de la última botella Diana diera el mal paso directo a sus garras y enormes dientes, sin duda así como habían caído sus otras victimas.
















La Diva de cuentolandia mejor conocida como Rapunzel se digno en bajar de su torre, decidió tirar la polilla y sacudir su abundante melena. Las noches de luna llena eran muy románticas y su sueño de encontrar un apuesto príncipe en la gran pachanga de la casa del gnomo podría ser su oportunidad. El caballero de armadura metálica quedó verdaderamente sorprendido en cuanto entro Rapunzel y no dudo ni un segundo en invitarle a bailar. El baboso caballero se acerco para pedir la mano y llevarla al centro de la pista no podía contener tanta belleza en sus ojos aunque había escuchado ya de ella en algunas ocasiones.




Los invitados de los invitados y amigos cercanos al gnomo visitaron la casa al ver tremenda pachanga no dudaron en invitar a más amigos.


La fiesta llevaba ya tres días y los invitados entraban y salían. Muchos con la buena vibra de estar en la fiesta del gnomo pero muchos notaron que en la casa no se encontraba Vicentico.







A muchos les daba por igual pues sabían que el gnomo aparecería de un momento a otro no tenía otro lugar a donde ir y sabían que su adoración eran las cebollas. No falto quien opinara que había muerto en algún accidente al llevar sus pedidos de cebollas. Y ese era el amigo gruñón.





De antemano se sabía que el gnomo había hurtado el arco de una cazadora de gran valor y que quizás había quedado loco desquiciado o subnormal al cobrar una fortuna después de vender el dichoso arco, pues se decía por ahí muchas cosas sobre el valor de ese artefacto. Sin embargo el amigo gruñón que era quien contaba las infaustas cosas no se movió de la fiesta, aunque lo único que a él le agradaba era refunfuñar y refunfuñar.

Vicentico no se imaginaba de la gran fiesta que habían organizado ese par de personajes y se la pasaba pensando de que manera podría llegar a su adorado sembradio de cebollas.
Eran ya tres días después de aquella gran tormenta en la que los caminos no se podían cruzar rumbo a la casa del gnomo. Muchos de los que intentaban sólo llegaban al borde y desde allí se regresaban con las malas noticias de que nadie podía pasar.










Vicentico iba de un lado a otro del pueblo mientras que la compañía de reconstrucción reparaba los daños a los caminos y puentes.







En un día de suerte encontró a un grupo de aventureros motociclistas que decidieron quedarse para conocer algunas costumbres del pueblo, de todos modos eran aventureros. A el gnomo le brillaron los ojos en cuanto vio las motos. Se dirigió al líder del grupo le contó su enorme tragedia y se ajusto con el precio para poder comprarle una motocross, pues el pago de su entrega de cebollas le dío la chance de hacer la compra.



El plan de Vicentico era rodear cuentolandia, saliendo por detrás del pueblo donde se encontraba. La angustia del gnomo eran sus adoradas cebollas él pensaba que también la lluvia había hecho estragos en el sembradio y que encontraría todo inundado ya hasta podía ver a las pobrecitas cebollas flotando ahogadas y perdidas por todo el campo de cultivo. La verdad era todo lo contrario a las cebollas no les había caído la más mínima gota de agua para riego. La esperanza del gnomo era lo único que lo mantenía de pie.



Vicentico sabía que en cuanto llegara a su humilde campo haría todo lo posible por salvar el sembradio.







martes, 26 de julio de 2011

Vicentico "El silencio se acabo" Capítulo XI.

Las cebollas que Diana encontró en el camino sirvieron para llegar a los terruños del gnomo. Así como las migas de pan que Hansel tiró en el camino para que sirvieran de regreso junto con su hermana Gretel en el bosque, las cebollas sirvieron esta vez para encontrar el sembradio del gnomo Vicentico. Estaba amurallado de troncos por todo el perímetro, había una pequeña entrada de los mismos troncos, de ahí a la entrada de la casa eran como quince metros de un camino hecho con piedra de río, por el cual probablemente Vicentico solía ir y venir del sembradio a su casa.








La pareja de buscadores fueron sigilosos desde el momento en que cruzaron la pequeña puerta de troncos que delimitaba el hábitat de el gnomo sembrador de cebollas.








Había mucho silencio y sólo se oían los lejanos cantos de los pájaros en los árboles. Se respiraba un misterio en el ambiente, era notable que la casa estaba sola y por mucho que Diana junto con su acompañante el caballero de armadura metálica preguntaban si había alguien en casa, nadie contestaba.








Poco a poco fueron dando pasos dentro de la casa, sin duda era la casa de Vicentico. El aroma y las cebollas no podían fallar y pensar que estuvieran en una casa equivocada seria una enorme pena. La pregunta era donde se encontraba el famoso gnomo y lo importante saber del arco que había hurtado una noche en un bar. Las palabras: ¿hola?, ¿hay alguien aquí? o ¿Vicentico donde estas? se perdían en la casa sola. Se dividieron para seguir buscando, Diana subió al segundo piso y el caballero de armadura llegó hasta el sótano. Se encontraron en la cocina mirandoce uno al otro y levantando los hombros concluyeron que estaban totalmente solos. Fue así que pasaron a la sala, miraron los retratos colgados en las paredes de los familiares de Vicentico, también notaron la austera forma de decoración hasta que las horas pasaron y pasaron, entre platicas que intercambiaban pensaban que la casa se encontraba sola porque el gnomo había decidido tomar unas vacaciones en Málaga, Ibiza, Playa del Carmen o en alguna playa de Brasil. Decidieron dejar las conjeturas sobre el gnomo y fue así como el alegre caballero de armadura metálica se dirigió al stereo y después a la pequeña barra donde se encontraban algunas botellas de alcohol. Muchas de estas habían sido cortesía de Jaime Duende.









De inmediato el silencio se acabo, pusieron rock and roll y todo se animo. La música de Vicentico no era muy buena y tampoco bastante como para hacer larga una espera, pero el sorprendente caballero saco su ipod y lo conecto poniendo más ritmo al danzón que ya se había armado en la casa de Vicentico. La pachanga ya estaba puesta y entre curiosos y colados que nunca faltan a las fiestas Diana y el caballero de armadura eran los mejores anfitriones. Sin saber a que hora terminaría la fantástica fiesta estos y los invitados echaban la casa por la ventana, el fandango y el jolgorio reinaban en todos lados donde se oía la fiesta.






Para esto, Vicentico se encontraba en un pueblo entregando un gran pedido a un restaurante que le encargó las famosas cebollas, pero en plena época de lluvias el gnomo se tuvo que esperar en el pueblo mientras caía fuertemente el aguacero. El resguardo del gnomo hizo que se regresara al restaurante y mientras disfrutaba de un té de rabo de cebollas los caminos y puentes se veían afectados por la tormenta. Así mientras en un lugar como el sembradio salía el radiante sol, en el pueblo de San Juan Neuronas llovía como si se fuera a caer el cielo deteniendo al noble gnomo en el pueblo sin saber lo que ocurría en su casa.



jueves, 7 de julio de 2011

Vicentico "Al ritmo de Blitzrieg Bop" Capítulo X.

Buscar un gnomo podría parecer cosa fácil, más y cuando es tan popular, pero realmente lejos o fuera de algún pueblo era lo que hacía dificultoso el asunto. La pareja de bien aventurados buscadores de Vicentico no sabían bien que camino tomar, así que entre praderas, bosques y llanos, los dos pasaban muy buenas aventuras.











Una tarde después de una larga caminata Diana decidió tomar una siesta bajo la sombra de un abedul, cerca de un arroyo, donde este tipo de árboles suelen habitar. Mientras, el caballero de armadura vigilaba mirando de un lado a otro. Con la calma del bosque, los abedules parecían arrullar el descanso de la cazadora. La noche estaba próxima y el sueño termino por llevar a las horas más profundas de descanso al par de buscadores del gnomo, en medio de aquel bosque de una noche llena de estrellas. Exhaustos, cansados de tanto caminar el descanso sin duda serviría para que al día siguiente la búsqueda continuara hasta encontrar a Vicentico y que cada cosa volviera a la normalidad.











La noche transcurrió y cuando el caballero despertó, poco a poco fue abriendo los ojos, mirando con incertidumbre los abedules del lugar, tenia la ligera sospecha que estaba solo sin Diana. Por un momento pensó que ella retrasaría al mismo lugar para continuar juntos la búsqueda de Vicentico. La incertidumbre dejó paralizado al caballero que por horas no sabía que pensar, se levanto y camino en circulo mirando los abedules que con el va y ven de sus hojas hicieron brotar la astucia del caballero. El caballero de armadura metálica camino fuera del pequeño bosque y en un declive pudo encontrar las huellas de Diana, pareciera que los abedules le alentaban para seguirle, pues el movimiento de las hojas parecían voces que le decían: ¡adelante, adelante!









Pues resulta que mientras era de noche los abedules le contaron entre sueños a Diana que el gnomo estaba ya muy cerca. Y poco antes del amanecer Diana despertó y sin hacer ruido tomó camino, dejando al caballero de armadura metálica descansando como se encontraba.











El buen humor y la valentía del caballero hicieron que este siguiera a paso firme las huellas de Diana.




Después del buen descanso que los dos tomaron en aquel lugar mágico de los abedules, cualquiera podría pensar sin lugar a duda que el arco estaría de regreso en manos de su dueña.
El caballero de armadura metálica se fue entonando la canción "The Ramones" Blitzrieg Bop, que hacia poner una gran sonrisa en la cara del buen acompañante.














Eran unas cuantas horas de diferencia las que la cazadora llevaba por delante con el caballero, por lo cual en cualquier momento volverían a estar juntos.









El caballero vio a lo lejos a Diana que con pasos lentos recogía algunos objetos del suelo. Corriendo llego a su lado y le pidió disculpas por haberle dejado sola, pero ella no respondió mucho, pues lo que recogía del suelo eran cebollas señal de que el huerto o sembradio de Vicentico estaría cerca. Esa mañana Diana decidió vestir muy formal, llevando puesta una estrella de mar que había comprado en las playas de Baja California, siendo así lo más sencilla que pudiera parecer con el encuentro de Vicentico. La parte importante era el dialogo y recuperar así el arco. Diana, en sentido figurado, más que otra cosa llevaba en alto bandera de paz la cual por mucho podría ser la que de buena forma hiciera razonar al gnomo y este le devolviera el arco. Por otra parte, al caballero se le tendría solo y únicamente como compañero de viaje.


miércoles, 15 de junio de 2011

Vicentico "La gran aventura" Capítulo IX.












Así daba inicio la nueva aventura del buen amigo Nash, con su mochila al hombro Lowe Alpine y sus botas Merrell, dispuesto para todo lo que condujera al encuentro del gnomo y así devolver el arco a Diana la cazadora.












Esto sin duda sería después una gran aventura y más anécdotas para contar en el bar, atrayendo más clientes.



Y por mucho el reno se convertiría en el héroe del cuento, recuperando la paz y tranquilidad al pueblo de Santiago.



Diana por su parte tomó camino en busca del mentado gnomo. Los consejos de la gente del pueblo hicieron no dudar que el aroma a cebolla de esa noche había sido porque Vicentico podría ser el presunto culpable.



Diana a su paso también encontró amigos a los que les contó lo ocurrido una noche tranquila en un bar fantástico. Quienes conocían a Diana ofrecieron dar cualquier pista o dato que supieran sobre el preciado arco. Hubo caballeros apuestos, fuertes, audaces que desenfundaron sus armas ante Diana y dando leal juramento de que quien haya osado robar el arco sería fuertemente castigado. Uno de los caballeros más apuesto y galán ofreció su valerosa espada mágica para ser así caballero de compañía a Diana por cuanto tardase en encontrar al gnomo o al culpable del hurto.




Diana no se sentía desprotegida, pues llevaba puesto un traje especial que la misma Diosa Venus le había regalado. Las hojitas de yerba buena o de parra no servían para este asunto, esto requería de dureza y por lo tanto una concha de almeja gigante hacía más valerosa y sin miedo alguno para lo que se le presentara enfrente. Aun sin su arco Diana tenía una muy buena puntería hasta para lanzar piedras o para poder tomar cualquier otro objeto como arma de defensa o ataque.

Vicentico mientras tanto en su sembradio permanecía a la espera de Diana la cazadora sin su arco. El gnomo sabía muy bien que llegaría tarde o temprano y así cara a cara podría hacer pagar el que una vez fuera maltratado su sembradio y sus adorables cebollas.






Desde arriba de la colina Vicentico vigilaba noche y día los rededores del sembradio por quien se pudiera acercar a este.







Apretaba fuerte el arco y tenía un gesto rudo poco usual en Vicentico, esto era más bien por aparentar aún más enojo del que él guardaba y fruncía el ceño igual que los hermanos cachiporra cuando posan para una fotografía.





Vicentico sabía muy bien que esto era guerra, pero el maltrato a sus cebollas lo ameritaba. Con el arco en su poder se cobraría de Diana cebolla por cebolla.
Los días, las horas, minutos y los segundos estaban contados para ese encuentro del gnomo y la cazadora.




lunes, 13 de junio de 2011

Vicentico "En el pueblo de Santiago" Capítulo VIII.




Después de lo acontecido en el "Bar de Nash" la confusión dejó al dueño del lugar atónito, era un acto extraordinario en el pueblo de Santiago.



El dueño del lugar y la dueña del arco hurtado quedaron en plena calle afuera del fantástico bar, la noche se hizo larga y habían muchos comentarios al respecto, nada en concreto, solo un olor a cebolla que hacia coincidir a todos que quizá el gnomo de las cebollas se volvió loco y la avaricia lo consumió para hacer un rancho muy muy grande, tal vez tan grande como el rancho Green resort o quizá como el rancho Ewing Oil, eso y muchas otras cosas más eran tan solo puras hipótesis entre la gente que estuvo esa noche en el bar.



A la cazadora no le venia para nada un gnomo cebollero con ganas de remodelar un rancho, no encontraba relación alguna de entre tanto que la gente le aconsejaba de porque el gnomo enloqueció con la avaricia de los humanos y había decidido tomar el arco de oro para venderlo con los piratas del caribe. Tanto disparate no era posible para una razón que justificara el robo de tan preciado arco.



Ahora Diana la cazadora tenia que armar el rompecabezas y empezar a buscar las piezas para dar con quien había tomado con total libertinaje literalmente el famosos arco.



El buen Nash se ofreció para la búsqueda del arco e hizo hincapié en no descansar hasta recuperar el tan preciado arco de la cazadora. De inmediato se vistió como soldado de élite tomando sus pantalones de camuflage y su jersey con su nombre en la espalda que de vez en cuando usaba en el gotcha tomando también su pistolita con balas de pintura. Este a su vez le soltó un choro mareador de esos de los acostumbrados a la cazadora, de esos mismos cuando el reno quiere a toda costa quedar como el héroe del cuento. A la cazadora casi se le va la boca de lado cuando vio al reno aparecer vestido de una especie de combinación entre Power Ranger y Rambo. No sabia realmente si reír o hacerse a la idea de que el buen amigo Nash colaboraría con acierto para encontrar el dichoso arco, pero el entusiasmo de este era lo más divertido.



Desde el día siguiente en el que Diana se quedó sin arco el reno colgó un anuncio en la puerta del bar que decía: "SE BUSCA GNOMO VICENTICO" "CINCO MIL DOLARES DE RECOMPENSA" cerrado hasta nuevo aviso. Todo mundo en el tranquilo pueblo de Santiago rumoraba bastante a cerca del gnomo y el por qué de su atrevido acto de robarle a la cazadora el arco. Obviamente ya nadie recordaba que tiempo atrás el gnomo había estado preguntando aquí y allá por un personaje igual de parecido que la Diana cazadora. Y eso solo porque alguien había estropeado el sembradio de Vicentico.



martes, 31 de mayo de 2011

Vicentico "La venganza del gnomo" Capítulo VII.






El hada mágica de los aromas le dio a Vicentico una muy buena información de lo más reciente en cuanto a las actividades de la cazadora. Resulta que últimamente se le encontraba en un bar de un pueblo encantado llamado Santiago allí había un lugar llamado el "Bar de Nash". Este era atendido por el mismo y narraba sus aventuras, anécdotas y uno que otro cuento inventado por él mismo de su vuelta al mundo y el submundo. Más que todo eso, el lugar era amenizado de vez en cuando por músicos de inicio y por la misma guitarra trovadora de Nash que daba un ambiente único y le fascinaba a la cazadora.









De inmediato el gnomo fue al mentado lugar en busca de aquella persona. A pesar de la popularidad del gnomo este no quiso entrar como cualquier cliente que cruza la puerta y pide una mesa para disfrutar de una rica cena y escuchar del cuenta historias que servía los tragos detrás de la gran barra de cedro.









El gnomo conocía perfectamente las entradas de las bodegas donde entregaba los pedidos de los restaurantes, bares y tiendas. Así, de una en una iba y se asomaba, la mayoría eran lugares que tenían un horario distinto al bar de Nash, pues este aveces cerraba hasta la madrugada o al día siguiente. Sin más ni más Vicentico fue directo al grano y se coló por la puerta trasera del bar que daba a un pasillo directo de la cocina y del mismo que tenia una buena vista hacia el salón. Agazapado entre la mercancía, costales, cajas y bultos de mercancías, Vicentico avanzó sin hacer ruido, así casi como un ratoncillo que ha hurtado el queso más fresco de la mesa y huye feliz a su agujero pasando desapercibido de entre la cocina. Al gnomo quizá nadie lo noto, pues en plena cocina los olores pueden confundir la nariz de cualquiera. Aún y sí fuera descubierto el gnomo podría inventar alguna excusa, por el cual Vicentico se encontraba allí, no existía ninguna duda por el cual el gnomo se encontrara en una bodega o en una cocina por lo regular esos son los lugares que él frecuentaba.





Sin duda lo más emocionante estaba a unos cuantos pasos de Vicentico, no había duda que hoy era el tan esperado momento de ver a la persona que maltrato su sembradio de cebollas. La busqueda termino y Vicentico quedo con la boca semi abierta. Entre tanto barullo detecto de inmediato a Diana.





Las señas que Massiel le dio hicieron que el gnomo fijara sus pupilas sobre la escultural figura de la cazadora que se encontraba sentada sobre un enorme puff de portobello, cerca de la barra, brindando con un coctel de frutas exóticas a la par del famoso Nash.
El bar como todos los otros tenia un guarda paquetes y era donde había quedado el arco y las flechas de la cazadora. Eso también por la reciente norma de no permitir la entrada a bares y antros con armas. Totalmente cerca de Vicentico solita y desarmada. El recuerdo de sus adorables cebollas maltratadas se convertía en un gran odio. Pero esta vez el gnomo tenia que usar la imaginación e iluminar la bombilla de luz que le daría la brillante idea de cómo vengarse de la osada persona que se encontraba reposando su hermosa anatomía sobre un puff de portobello y que tiempo atrás paso sobre el sembradio de cebollas.


Eso de echar andar la bombilla luminosa le costaba mucho esfuerzo al gnomo pues no con mucha frecuencia lo hacia.









Después de un gran esfuerzo Vicentico lo logro, se le iluminó la bombilla y la brillante idea salió de su imaginación. El plan era ir al guarda paquetes corriendo muy veloz como lo hacia Vicentico en su juventud, tomar el arco y salir corriendo del bar sin detenerse por nada de este mundo. Así el gnomo se las cobraría por el desastre de aquella vez en el sembradio, si realmente era importante para esta persona "La cazadora" el objeto que Vicentico pretendía robar sería el momento de ajustar cuentas cara a cara recordando cebolla por cebolla pisoteada.



Un fuerte aroma a cebolla cruzo por en medio del salón, fue como un pequeño tornado que tumbo todo a su paso, el aroma era concentrado y eso irrumpió un poco la armonía del bar había gente que tocía y tocía otros como si hubieran picado cebolla lloraban inconsolablemente. Nadie realmente imaginaba lo que había pasado en el guarda paquetes, el encargado estaba atado de pies y manos con una cebolla atorada en la boca y sólo se dieron cuenta hasta que una pareja de enamorados entraron al bar y encontraron detrás del mostrador al encargado.



martes, 24 de mayo de 2011

Vicentico "El gnomo y el hada de los aromas" Capítulo VI.

El tiempo paso y poco a poco la tranquilidad del gnomo volvio a él, su angustia habia aparentemente desaparecido. Sus tierras estaban listas para la temporada de lluvias, era ahora lo que esperaba Vicentico, pues las cebollas estarian regadas y él sabia lo bueno de esta temporada en la que era lo mejor del año para el sembradio.








Sin lugar a duda era muy saludable ver feliz al gnomo, todos lo notaban cuando iba y venia del pueblo después de etregar sus pedidos en los restaurantes, llenandolos de costales y costales de cebollas. Vicentico se daba el lujo de vez en cuando hasta de contar algunos chistes y su risa junto con su aroma personal eran demasiado notorios. No habia nada que se comparara con la alegria del buen gnomo y de igual forma no habia nada que pudiera alivianar su inconfundible aroma a cebolla súper concentrado.



En el interior Vicentico realmente esperaba una respuesta, una pista o algo de todos por quien estuvo preguntando sobre aquella persona tan osada que se atrevió a pisotear el sembradio de sus adorables cebollas. Nadie dio nada y pareciera un caso olvidado, con la apariencia exterior de Vicentico de tan radiante alegría, nadie podría pensar en aquel fuerte enojo y grande rencor que guardaba el gnomo. Muy aparte de que la versión nunca se mantuvo en un margen y fue un poco distorsionada.







A excepción de todos los amigos y de todos los que en su camino encontró y preguntó, sólo una continuó la misión que de favor le había encomendado el gnomo. La amiga Massiel, el hada de los aromas. Una tarde después de una buena jornada de trabajo en el sembradio visitó al gnomo. Después de tanto tiempo y sin ninguna respuesta de nadie a Vicentico le brillaron los ojos y no por los destellos del hada mágica sino por que al verle se imagino buenas noticias. Era la sonrisa de oreja a oreja que jamás había tenido Vicentico con sus dientes de color amarillo, el gorro se le levanto de jubilo y las ansías lo desesperaban brincaba sobre sus puntiagudas botitas de gnomo y apretaba furtemente el mango con el que haraba su tierra. Por fin alguien traía noticias de aquella persona, alguien de verdad que nunca se olvido del encargo aquel de su amigo y de haberlo visto sufrir por sus adorables cebollas.



El hada de los aromas no dejaba de moverse de un lado a otro y a Vicentico le sudaban las manos por escuchar a Massiel. Después de tanta algarabía y los dos en calma, Massiel empezo a contar porque es que una persona corría tan aprisa y casi sin importarle por donde pisaba. Resulta que aquella persona no era un cualquier, cualquier, era ni más ni menos que una cazadora de nombre Diana. Corría despavorida detrás de su caballo que muy espantado habia salido por delante de ella y con el fin de cortar camino cruzo sin saber de el hermoso sembradio de cebollas. Por lo regular ella es muy cuidadosa del lugar que pisa, de la tierra y en especial de la naturaleza. Su atuendo es muy sencillo pues lleva siempre un arco y flechas, su ropa fue diseñada por la reconocida diseñadora de modas María Juana y porta una hojita de cannabis como vestido único.



Toda esta información llevo mucho tiempo, pues entre el trabajo de la mágica hada y de recopilar información en el acá y el allá, Massiel tenia la noticia tan esperada por Vicentico. Lo difícil era sólo estar junto a ella, pues era de tierras lejanas más allá de las grandes montañas.

martes, 10 de mayo de 2011

Vicentico "En busca de una pista" Capítulo V.















Vicentico no dudo en recurrir a sus amigos de confianza para contarles lo ocurrido y de alguna forma pudieran ayudarle a dar con la persona aquella.








Visitó a su gran amiga Massiel, el hada de los aromas. Este pequeño personaje era la encargada de dar el aroma atodas las flores del bosque y andaba siempre de allá para acá. Sin duda Vicentico atino muy bien en encomendar la misión a la pequeña hada que con mucho gusto le prometió dar señas de tan terrible persona pues también ella sabía muy bien lo que adoraba el gnomo a las cebollas.




















También visitó al terrible ermitaño de las cuevas y de igual forma le contó lo de su sembradio pidiéndole su ayuda, pero este otro personaje era de muy pocas palabras, más bien algo antisocial y aunque veía pasar todo desde la alto en su cueva pocas veces se le veía platicando con alguien.




De todos modos Vicentico intercambio unas palabras y sin compromiso alguno el ermitaño movió la cabeza.








En el pueblo a sus más allegados amigos de los restaurantes y tiendas les contó del terrible accidente, casi describiendo a un terrible monstruo que había destruido el sembradio de sus adorables cebollas. Muchos con esa descripción le comentaron que sería un poco difícil dar con ese personaje. Sin embargo Vicentico no perdio el animo de que alguien de aquí o de allá le diera alguna pista para dar con el culpable de quien vagamente recordaba que corría desnudo con un arco de casería color dorado sobre su espalda.




Vicentico "Día y noche" Capítulo IV.






Después de lo ocurrido en el sembradio aquel día, Vicentico amuralló practicamente todo por cuanto pudiera amenazar de nuevo a las cebollas. Todo el perímetro incluyendo la casa y la orilla del río.



Vigilaba día y noche desde lo alto de la colina, esperando por si nuevamente regresara la persona aquella que tuvo la osadía de pisotear su gran tesoro. Aveces como de costumbre la noche le cobijaba dejando exhausto al gnomo sobre el sembradio. Si anteriormente era cuidadoso con el terreno ahora lo era mucho más. Si bien la persona aquella no apareciera de nuevo el gnomo la buscaria por donde fuera, hasta hacerle pagar su daño del sembradio.

martes, 19 de abril de 2011

Vicentico "Una osada corredora sobre el campo" Capítulo III.






Un día de hermoso sol, Vicentico contemplaba como siempre sus adorables cebollas en el campo. Cuando intempestivamente paso sobre el campo de cebollas una persona corriendo veloz y sin cuidado, dejando por donde había pasado todo un desastre. Vicentico grito y grito, pero nada pudo detener a quien con mucha prisa pisoteo el sembradio de el gnomo.



Vicentico no daba crédito al desastre de su hermoso campo pisoteado por quien parecía no tener conciencia ni vergüenza de haber hecho semejante daño a su cultivo. El gnomo se enojo mucho, como nunca en su vida y juro que encontraría a esa persona para hacerla pagar por tan grande desastre. Lo más importante ahora era poner en orden y salvar lo que se pudiera del campo desacomodado por los veloces pasos de aquella persona que al fin y al cabo Vicentico logro ver que facha tenia.



Aquella persona llevaba un arco de caza sobre su espalda y llevaba también unas cuantas flechas de color dorado. Era la persona más veloz que Vicentico hubiera conocido y que viera correr como loca sin reconocer que un campo de cebollas no era una pista de carreras por el cual pudiera pasar cualquiera así porque si.

lunes, 18 de abril de 2011

Vicentico "En los restaurantes y tiendas" Capítulo II.




Todo el día el gnomo se la pasaba sembrando y cosechando sus adorables cebollas, chicas, medianas y grandes. Todo también era felicidad para el gnomo. Ver brotar de la tierra sus cebollas, tenerlas en las manos, no había gnomo más feliz que Vicentico. En los restaurantes se preferían las cebollas de Vicentico, pues tenían muy buen sabor. La llegada o la estancia del gnomo en el pueblo era muy notable por su aroma a cebolla, todos sabían muy bien quién estaba en el pueblo aunque estuviera dentro en la cocina o dentro en la bodega de alguna recauderia.



Vicentico siempre sonreía, pero algunos preferían hablar de perfil con él, porque no aguantaban tan de lleno su aliento cebollero.



Vicentico nunca era visto llegar o salir del pueblo, como buen gnomo, aun de haber sido desterrado de la comunidad de los otros gnomos, poseía sus talentos para aparecer y desaparecer de un lugar a otro. Vicentico en el pueblo era muy notorio y todo mundo le saludaba aún y con la mano en la nariz y a metros de distancia Vicentico era la sonrisa andando. Por todos los que lo conocían y que sabían que el aroma en el pueblo era por su estancia vendiendo sus famosas cebollas.



viernes, 15 de abril de 2011

Vicentico "El gnomo sembrador de cebollas" Capítulo I.





Vicentico se llamaba el gnomo. Que como todos eran cuidadores de la tierra y de los minerales de las entrañas de profundas minas. Este en particular había sido desterrado de la comunidad de los gnomos, pues su estatura no era como la de los otros pequeños en general.


El gran y noble gnomo vivía cerca de una colina donde pasaba un rió y su dedicación era sembrar cebollas. Le encantaba sembrarlas. Sembraba todo tipo de cebollas, era su amor, arar la tierra, sembrar y cosechar.


Era muy feliz viendo como crecían las cebollas y de vez en cuando olvidaba regresar a casa y se quedaba dormido sobre la tierra soñando con las cebollas como si fueran borregos, de uno en uno para conseguir el sueño. También de vez en cuando olvidaba bañarse o lavarse las manos. El feliz gnomo tenia un recetario de cocina muy especial y le encantaba cocinar las cebollas. Todos los platillos eran de cebolla, caldo, sopa, crema, desayuno, comida y cena eran totalmente de cebolla.


El gnomo tenia en todas partes de la casa cebollas, pero también las vendía en los pueblos cercanos, en algunos restaurantes y tiendas. Así cada vez el gnomo era conocido como el gnomo sembrador de cebollas aunque su nombre era "Vicentico" pocos le llamaban por el nombre que le habían dado los gnomos antes de notar que no era un gnomo común entre los demás, por su desmedido crecimiento, su descuidada apariencia y por su desagradable aliento.

viernes, 1 de abril de 2011

Bullying.


Creo que no hay mucho que explicar, sobre el tema bullying. En otras palabras, el gandalla de la escuela o de la calle donde vives. Así que este ponybujo, dará una breve explicación de algunos niñitos que parece que no rompen un plato en casa y fuera de ella ponen en jaque al que agarran de bajada. Lo que es la eterna pesadilla de vivir día a día.

Me llamó mucho la atención el caso del niño en la escuela, donde indudablemente el vídeo no fue espontáneo. El Gandallita ese, quería documentar como solía tomar de bajada a Casey Heynes, pero el chistecito fue para el mismo con el azotón que recibió, de menos ese si fue espontáneo y era lo que se merecía. Estoy seguro que ahora lo pensara dos veces antes de pasar cerca de Casey.








No olvidare un caso algo parecido, en el que un gandallita pretendía pasar por un túnel y con su teléfono celular grabo su hazaña de engañarnos y meternos, en el cual me di un buen golpazo en la cabeza. Lastima que yo no estaba cerca cuando el idiota se espino la mano después del dichoso túnel cuesta arriba, para buscar un lugar donde montar la tienda y acampar. Sin duda ese bullying paso las de Caín con otros niños en otros campamentos.










Dedicado a Casey Heynes.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Personajes para ponybujos.





Pues sí, mi amiguisima del alma, Diana Belmonte.

Por fin en el blog de monitos, después de tanta espera y

con vísperas de ser cliente frecuente en el "café ponybujos".





miércoles, 2 de marzo de 2011

El siguiente por favor.

El señor Muammar Gaddafi no ha entendido que su vigencia ya caduco.
Los tiempos y su mismo pueblo exige ya que lo saquen del poder de Libia.
Aunque este personaje lo recordemos de vez en cuando allá en los libros de historia,
no olvidaremos que para dejar el poder fue todo un señor matanza.

jueves, 3 de febrero de 2011

... ya no hagas picardías.


¿Qué paso Sr. Kalimba? Póngase de acuerdo con la chavita,
malas chambas le hacen cargar con acusaciones de violín
y de ahí que ahora le quieran sacar lana.

martes, 18 de enero de 2011

"Los Panchitos"

El Dúo Dinámico de GEA
Mejor conocidos por todos como "Los Panchitos" este par de personajes hacen
y deshacen, modelan, remodelan, pintan, despintan, etc., pues son los encargados
de dar mantenimiento a Grupo Empresarial el Arca.