martes, 31 de mayo de 2011

Vicentico "La venganza del gnomo" Capítulo VII.






El hada mágica de los aromas le dio a Vicentico una muy buena información de lo más reciente en cuanto a las actividades de la cazadora. Resulta que últimamente se le encontraba en un bar de un pueblo encantado llamado Santiago allí había un lugar llamado el "Bar de Nash". Este era atendido por el mismo y narraba sus aventuras, anécdotas y uno que otro cuento inventado por él mismo de su vuelta al mundo y el submundo. Más que todo eso, el lugar era amenizado de vez en cuando por músicos de inicio y por la misma guitarra trovadora de Nash que daba un ambiente único y le fascinaba a la cazadora.









De inmediato el gnomo fue al mentado lugar en busca de aquella persona. A pesar de la popularidad del gnomo este no quiso entrar como cualquier cliente que cruza la puerta y pide una mesa para disfrutar de una rica cena y escuchar del cuenta historias que servía los tragos detrás de la gran barra de cedro.









El gnomo conocía perfectamente las entradas de las bodegas donde entregaba los pedidos de los restaurantes, bares y tiendas. Así, de una en una iba y se asomaba, la mayoría eran lugares que tenían un horario distinto al bar de Nash, pues este aveces cerraba hasta la madrugada o al día siguiente. Sin más ni más Vicentico fue directo al grano y se coló por la puerta trasera del bar que daba a un pasillo directo de la cocina y del mismo que tenia una buena vista hacia el salón. Agazapado entre la mercancía, costales, cajas y bultos de mercancías, Vicentico avanzó sin hacer ruido, así casi como un ratoncillo que ha hurtado el queso más fresco de la mesa y huye feliz a su agujero pasando desapercibido de entre la cocina. Al gnomo quizá nadie lo noto, pues en plena cocina los olores pueden confundir la nariz de cualquiera. Aún y sí fuera descubierto el gnomo podría inventar alguna excusa, por el cual Vicentico se encontraba allí, no existía ninguna duda por el cual el gnomo se encontrara en una bodega o en una cocina por lo regular esos son los lugares que él frecuentaba.





Sin duda lo más emocionante estaba a unos cuantos pasos de Vicentico, no había duda que hoy era el tan esperado momento de ver a la persona que maltrato su sembradio de cebollas. La busqueda termino y Vicentico quedo con la boca semi abierta. Entre tanto barullo detecto de inmediato a Diana.





Las señas que Massiel le dio hicieron que el gnomo fijara sus pupilas sobre la escultural figura de la cazadora que se encontraba sentada sobre un enorme puff de portobello, cerca de la barra, brindando con un coctel de frutas exóticas a la par del famoso Nash.
El bar como todos los otros tenia un guarda paquetes y era donde había quedado el arco y las flechas de la cazadora. Eso también por la reciente norma de no permitir la entrada a bares y antros con armas. Totalmente cerca de Vicentico solita y desarmada. El recuerdo de sus adorables cebollas maltratadas se convertía en un gran odio. Pero esta vez el gnomo tenia que usar la imaginación e iluminar la bombilla de luz que le daría la brillante idea de cómo vengarse de la osada persona que se encontraba reposando su hermosa anatomía sobre un puff de portobello y que tiempo atrás paso sobre el sembradio de cebollas.


Eso de echar andar la bombilla luminosa le costaba mucho esfuerzo al gnomo pues no con mucha frecuencia lo hacia.









Después de un gran esfuerzo Vicentico lo logro, se le iluminó la bombilla y la brillante idea salió de su imaginación. El plan era ir al guarda paquetes corriendo muy veloz como lo hacia Vicentico en su juventud, tomar el arco y salir corriendo del bar sin detenerse por nada de este mundo. Así el gnomo se las cobraría por el desastre de aquella vez en el sembradio, si realmente era importante para esta persona "La cazadora" el objeto que Vicentico pretendía robar sería el momento de ajustar cuentas cara a cara recordando cebolla por cebolla pisoteada.



Un fuerte aroma a cebolla cruzo por en medio del salón, fue como un pequeño tornado que tumbo todo a su paso, el aroma era concentrado y eso irrumpió un poco la armonía del bar había gente que tocía y tocía otros como si hubieran picado cebolla lloraban inconsolablemente. Nadie realmente imaginaba lo que había pasado en el guarda paquetes, el encargado estaba atado de pies y manos con una cebolla atorada en la boca y sólo se dieron cuenta hasta que una pareja de enamorados entraron al bar y encontraron detrás del mostrador al encargado.



martes, 24 de mayo de 2011

Vicentico "El gnomo y el hada de los aromas" Capítulo VI.

El tiempo paso y poco a poco la tranquilidad del gnomo volvio a él, su angustia habia aparentemente desaparecido. Sus tierras estaban listas para la temporada de lluvias, era ahora lo que esperaba Vicentico, pues las cebollas estarian regadas y él sabia lo bueno de esta temporada en la que era lo mejor del año para el sembradio.








Sin lugar a duda era muy saludable ver feliz al gnomo, todos lo notaban cuando iba y venia del pueblo después de etregar sus pedidos en los restaurantes, llenandolos de costales y costales de cebollas. Vicentico se daba el lujo de vez en cuando hasta de contar algunos chistes y su risa junto con su aroma personal eran demasiado notorios. No habia nada que se comparara con la alegria del buen gnomo y de igual forma no habia nada que pudiera alivianar su inconfundible aroma a cebolla súper concentrado.



En el interior Vicentico realmente esperaba una respuesta, una pista o algo de todos por quien estuvo preguntando sobre aquella persona tan osada que se atrevió a pisotear el sembradio de sus adorables cebollas. Nadie dio nada y pareciera un caso olvidado, con la apariencia exterior de Vicentico de tan radiante alegría, nadie podría pensar en aquel fuerte enojo y grande rencor que guardaba el gnomo. Muy aparte de que la versión nunca se mantuvo en un margen y fue un poco distorsionada.







A excepción de todos los amigos y de todos los que en su camino encontró y preguntó, sólo una continuó la misión que de favor le había encomendado el gnomo. La amiga Massiel, el hada de los aromas. Una tarde después de una buena jornada de trabajo en el sembradio visitó al gnomo. Después de tanto tiempo y sin ninguna respuesta de nadie a Vicentico le brillaron los ojos y no por los destellos del hada mágica sino por que al verle se imagino buenas noticias. Era la sonrisa de oreja a oreja que jamás había tenido Vicentico con sus dientes de color amarillo, el gorro se le levanto de jubilo y las ansías lo desesperaban brincaba sobre sus puntiagudas botitas de gnomo y apretaba furtemente el mango con el que haraba su tierra. Por fin alguien traía noticias de aquella persona, alguien de verdad que nunca se olvido del encargo aquel de su amigo y de haberlo visto sufrir por sus adorables cebollas.



El hada de los aromas no dejaba de moverse de un lado a otro y a Vicentico le sudaban las manos por escuchar a Massiel. Después de tanta algarabía y los dos en calma, Massiel empezo a contar porque es que una persona corría tan aprisa y casi sin importarle por donde pisaba. Resulta que aquella persona no era un cualquier, cualquier, era ni más ni menos que una cazadora de nombre Diana. Corría despavorida detrás de su caballo que muy espantado habia salido por delante de ella y con el fin de cortar camino cruzo sin saber de el hermoso sembradio de cebollas. Por lo regular ella es muy cuidadosa del lugar que pisa, de la tierra y en especial de la naturaleza. Su atuendo es muy sencillo pues lleva siempre un arco y flechas, su ropa fue diseñada por la reconocida diseñadora de modas María Juana y porta una hojita de cannabis como vestido único.



Toda esta información llevo mucho tiempo, pues entre el trabajo de la mágica hada y de recopilar información en el acá y el allá, Massiel tenia la noticia tan esperada por Vicentico. Lo difícil era sólo estar junto a ella, pues era de tierras lejanas más allá de las grandes montañas.

martes, 10 de mayo de 2011

Vicentico "En busca de una pista" Capítulo V.















Vicentico no dudo en recurrir a sus amigos de confianza para contarles lo ocurrido y de alguna forma pudieran ayudarle a dar con la persona aquella.








Visitó a su gran amiga Massiel, el hada de los aromas. Este pequeño personaje era la encargada de dar el aroma atodas las flores del bosque y andaba siempre de allá para acá. Sin duda Vicentico atino muy bien en encomendar la misión a la pequeña hada que con mucho gusto le prometió dar señas de tan terrible persona pues también ella sabía muy bien lo que adoraba el gnomo a las cebollas.




















También visitó al terrible ermitaño de las cuevas y de igual forma le contó lo de su sembradio pidiéndole su ayuda, pero este otro personaje era de muy pocas palabras, más bien algo antisocial y aunque veía pasar todo desde la alto en su cueva pocas veces se le veía platicando con alguien.




De todos modos Vicentico intercambio unas palabras y sin compromiso alguno el ermitaño movió la cabeza.








En el pueblo a sus más allegados amigos de los restaurantes y tiendas les contó del terrible accidente, casi describiendo a un terrible monstruo que había destruido el sembradio de sus adorables cebollas. Muchos con esa descripción le comentaron que sería un poco difícil dar con ese personaje. Sin embargo Vicentico no perdio el animo de que alguien de aquí o de allá le diera alguna pista para dar con el culpable de quien vagamente recordaba que corría desnudo con un arco de casería color dorado sobre su espalda.




Vicentico "Día y noche" Capítulo IV.






Después de lo ocurrido en el sembradio aquel día, Vicentico amuralló practicamente todo por cuanto pudiera amenazar de nuevo a las cebollas. Todo el perímetro incluyendo la casa y la orilla del río.



Vigilaba día y noche desde lo alto de la colina, esperando por si nuevamente regresara la persona aquella que tuvo la osadía de pisotear su gran tesoro. Aveces como de costumbre la noche le cobijaba dejando exhausto al gnomo sobre el sembradio. Si anteriormente era cuidadoso con el terreno ahora lo era mucho más. Si bien la persona aquella no apareciera de nuevo el gnomo la buscaria por donde fuera, hasta hacerle pagar su daño del sembradio.