lunes, 23 de enero de 2012

Vicentico "Le ayuda el ermitaño" Capítulo XXI.

El gnomo subió por el camino rocoso de las montañas hacía la cueva del ermitaño Gruñón. Caminando y paso a paso que él daba gritaba ¡Gruñón, Gruñón, Gruñón! pero este no aparecía tan fácilmente por lo mismo de ser un poco antisocial.

Diana la cazadora decidió quedarse a descansar en los verdes prados de las faldas de las montañas, pues la larga caminata la había agotado.


Cuando por fin Vicentico encontró la cueva que era el hogar de Gruñón le contó lo que le había sucedido al estar cerca de la cazadora por más de tres días. Pero el problema real no era ese sino que de ver tan enojada a Diana un shock hizo que olvidara donde guardo el arco que hurto una noche en un bar.


Gruñón gruñía y gruñía como era su costumbre antes de decir claramente algo moviendo la cabeza y levantando los hombros mirando cosas que de verdad pudieran ser importantes.


El Gnomo casi se incaba y suplicaba para ver si Gruñón podía ayudarle. Cuando Gruñón termino de escuchar a Vicentico lo primero que hizo fue darle una buena regañada de su tamaño y después de dejarlo como pelele frente a él le dijo que no sabía ni tenia idea donde pudiera estar escondido el mentado arco pero que si había alguien que de verdad pudiera ayudar sería el gran cebollón. Sin duda el mágico cebollón le ayudaría a Vicentico a recuperarlo y salir librado del enojo de la Cazadora.




Mientras pasaban las horas de aquella búsqueda de Gruñón el verde pasto hacía cosquillitas en las pompis de diana esto y más el calor del día sin ninguna sombra cercana hicieron que Diana se levantara a buscar algo un poco confortable.

Ella llego a la orilla de un camino sin alejarse mucho del lugar donde partió Vicentico a las montañas, mirando de lado a lado quizá y con la suerte de encontrar un 7 eleven sólo veía un largo camino de terracería.

No muy lejos de ella brillaba titilante una lata de refresco cubierta por el polvo del camino. Su curiosidad hizo ir hacía el objeto brillante.

Cuando por fin lo tenia en sus manos lo primero que hizo fue limpiarlo era una lata de refresco cellada y sin fecha de caducidad. Para el calor del día no había de otra más que obedecer el instinto y beber el contenido mientras que el encebollado Gnomo regresaba.

Vicentico bajo corriendo de la cueva de Gruñón y al ver que no estaba Diana pensó que quizá había regresado a buscarlo ella y se imagino otro verdadero desorden en el amado sembradio.

Cada quien estaba tan cerca y tan lejos del mismo lugar

Pero esta vez Diana se llevaría una verdadera sorpresa en su vida que la llenaría de alegría.

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