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Un día de hermoso sol, Vicentico contemplaba como siempre sus adorables cebollas en el campo. Cuando intempestivamente paso sobre el campo de cebollas una persona corriendo veloz y sin cuidado, dejando por donde había pasado todo un desastre. Vicentico grito y grito, pero nada pudo detener a quien con mucha prisa pisoteo el sembradio de el gnomo.
Vicentico no daba crédito al desastre de su hermoso campo pisoteado por quien parecía no tener conciencia ni vergüenza de haber hecho semejante daño a su cultivo. El gnomo se enojo mucho, como nunca en su vida y juro que encontraría a esa persona para hacerla pagar por tan grande desastre. Lo más importante ahora era poner en orden y salvar lo que se pudiera del campo desacomodado por los veloces pasos de aquella persona que al fin y al cabo Vicentico logro ver que facha tenia.
Aquella persona llevaba un arco de caza sobre su espalda y llevaba también unas cuantas flechas de color dorado. Era la persona más veloz que Vicentico hubiera conocido y que viera correr como loca sin reconocer que un campo de cebollas no era una pista de carreras por el cual pudiera pasar cualquiera así porque si.
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