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Después de lo ocurrido en el sembradio aquel día, Vicentico amuralló practicamente todo por cuanto pudiera amenazar de nuevo a las cebollas. Todo el perímetro incluyendo la casa y la orilla del río.
Vigilaba día y noche desde lo alto de la colina, esperando por si nuevamente regresara la persona aquella que tuvo la osadía de pisotear su gran tesoro. Aveces como de costumbre la noche le cobijaba dejando exhausto al gnomo sobre el sembradio. Si anteriormente era cuidadoso con el terreno ahora lo era mucho más. Si bien la persona aquella no apareciera de nuevo el gnomo la buscaria por donde fuera, hasta hacerle pagar su daño del sembradio.
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